manar




Siento medio soso el discurrir de estos apuntes. Mejor no releerlos.Dejar que se aglomeren nomás, que se amontonen. No hay con quién hablar de algo literario y aburre un poco el mismo juego de los espejos y laberintos. Por lo general, los que hacemos poesía en este país somos víctimas del ridículo.

Todos lo tenemos. Porque de qué modo se explica que le demos tanto tiempo a ese juego de nombrar y nombrar el mundo, o dizque eso, o tal vez solo palabrear. Hay debates, se quiere encontrar una forma de establecer una antigua unidad.

Todos hablan, todos podemos hablar y almacenarnos. Esto ya no es para mí ni para ti es para el que ande por ahí navegando en el propio alcohol de su laberinto. En estas andamos metidos. Este juego bobo. Desearía tener otras formas de acabar con mi tristeza. Digo todo esto y sin embargo siento tan lejano lo que digo de lo que quiero ser, o soy ahora, en este lenguaje.

Por lo general las palabras me ayudan a verme. A existir un rato. A volver a reconocerme. Entre el montón de cosas que suceden a diario, hay otro lenguaje. Pero de este solo son adictos los pálidos y absortos. Toda la poesía como una especie de castillo ambulante.

Si pudiera tallar piedritas para olvidarme un rato de mi mismo. No me entiendo ahora pero eso me gusta. Después tengo toda la tarde. Pasan las motos. Nos llegamos a interesar más en nosotros cuando descubrimos cierta calma detrás de lo que hacemos. Un centro. O un espacio. O una casa.

A veces sueño con que mis poemas y mis oraciones son los rieles de una casa, o los rieles por donde pasa un tren. O una piscina, o un hoyo. Algo que encierra y abre a la vez lo que intento ser, o soy, esa forma, esa fisonomía en este tiempo que me tocó vivir.

Nadie sabe ser ya persona. Hay como miedo a mirar desde el vacío más vacío. Subo la música de mi alma. Corazón, este que tengo, que a veces no sabe si renunciar a su alfabeto de lágrimas de marasmos. Lo bueno es que olvidamos. Somos y no somos. Me siento tan identificado conmigo como con las flores y el globo anaranjado de mi cuarto.

Mi cuarto es esta oración  y esta otra es una calle por donde me paseo, este es un ropero, adentro hay imágenes.

Una es de los dos, me acuerdo, en un parque.

Otra es una casita en medio de la oscuridad de la carretera...

Cierro esas puertas. Sigo caminando. De repente esto es el fluido solamente un modo de manar y manar y re manar.

Comentarios

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