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Mostrando entradas de enero, 2017

POEMA DE UN SUJETO TÁCITO

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No soy nada más que una diminuta parte de vida. No se que aporto a la vida. Tampoco sé si mis sueños van acorde con mi realidad. No sé si viajaré. No sé si te diré la verdad. Solía escribir poemas sobre amor que no eran de amor, eran de confusión. Lo sé ahora. Soy muy buena para esconder mis sentimientos. Puede que estén matándome por dentro pero yo aun sigo feliz. ¿Qué carajos es el amor?. Con esa pregunta me dibujo a mi misma con colores pastel, de esos que se derriten con el dedo y tienen un aroma peculiar.Silencio. Pió comienza a cantar. Ciertas lágrimas brotan y me hacen cosquillas en la mejilla. No puedo responderme. Sólo sé que sigo siendo yo. A pesar de todo sigo siendo esa niña tonta, temerosa e ingenua. Sí, lo sigo siendo, sólo que ahora tengo un escudo. Siempre soy fría. Intento tener el mínimo de contacto humano. ¿Porqué no les das besos a los chicos? ¿Eres de alguna religión? No le digo. Simplemente no me gusta. La verdad. No sé algún día le daré muchos besitos al chico

Aviso a los náufragos de Paulo Leminski

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Nació el 24 de agosto de 1944 en Curitiba, en el estado brasileño de Paraná. Mestizo de polaco y brasileña, pasó su infancia en el interior del estado de Santa Catarina, parte de su adolescencia en Sao Paulo y algunos años de trabajo en Río de Jainero, para después regresar a su ciudad natal. Fue profesor de historia, redacción y literatura en cursos propedéuticos. No terminó ningún grado universitario. Aunque intentó dos -derecho y literatura-, la vida terminó alejándolo de su consecución. Se desempeñó como director de creación y redactor de publicidad y colaboró en el "Folhetim" del periódico Folha de Sao Paulo , la revista Veja y otras publicaciones. Compuso música y letra para varias grabaciones con distintos artistas y fue traductor del inglés, fránces, latín y japonés. Murió de cirrosis el 7 de junio de 1989.  De caprichos y relajos contranarciso en mí veo al otro y a otro y a otro en fin decenas trenes que pasan vagones llenos de gente centenas el o

Cuarentena de Juan Gonzalo Rose

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los malos poemas No los destruyas. No los eches al pozo de los cielos. Tal vez ellos retornen después que la belleza se haya ido. Cuando la soledad camine libremente de la cama hasta el patio y mi casa parezca -al ojo del infante- algún enorme erizo. Entonces, quizás entre sus líneas descubras un instante inadvertido; la palabra extraviada en domingos zoológicos; algo más verdadero que lo hermoso. Nadie sabe. Consérvalos. Cambia tu piel. También la piel del mundo. Pero el poema queda guardando su misterio. Tal vez no hay en tu cuerpo -todavía- esa única lámpara con la que puedes verlo. razón - 40 Cuán derrotadas mis hurganzas laicas, mis deseos de ser razón vidriante, mis marxismos. El mismo niño añón hoy sigo siendo a los cuarenta pares del gran toro; el mismo pequeñín arrodillado ante los presbiterios, las urracas. El mismo sacristán de los menjunjes ácimos, el que iba a Dios como a su propia casa. Para qué mis a