Cuarentena de Juan Gonzalo Rose




los malos poemas

No los destruyas.
No los eches
al pozo de los cielos.

Tal vez ellos retornen
después que la belleza
se haya ido.

Cuando la soledad
camine libremente
de la cama hasta el patio
y mi casa parezca
-al ojo del infante-
algún enorme erizo.

Entonces,
quizás entre sus líneas
descubras un instante
inadvertido;
la palabra extraviada
en domingos zoológicos;
algo más verdadero que lo hermoso.

Nadie sabe.
Consérvalos.

Cambia tu piel. También
la piel del mundo.
Pero el poema queda
guardando su misterio.

Tal vez no hay en tu cuerpo
-todavía-
esa única lámpara
con la que puedes verlo.


razón - 40

Cuán
derrotadas
mis hurganzas laicas,
mis deseos de ser
razón
vidriante,
mis marxismos.

El mismo
niño
añón
hoy
sigo siendo
a los cuarenta pares
del gran toro;
el mismo pequeñín
arrodillado
ante los presbiterios,
las urracas.

El mismo sacristán
de los menjunjes
ácimos,
el que iba a Dios
como a su propia casa.

Para qué mis andares
al Oriente?
 Para qué
fui a tu amor
brusca
acuchillada?

El círculo se cierra
donde me comenzaba;
riñón he de morir

niñón de marras.

las dudosas experiencias

He roto la tela de araña
y no soy feliz.

Hundido en el balumbo de insomnio
atrapé la libélula. No habrá
otro fósforo secreto
en alguna alquería
rodeada de ballestas?

Con tu amor una pica
clavamos sobre Flandes.
 Fue una pica señor armadero?
 Eran altos los campos de Flandes
 y el amor esas rojas balsamitas?

vida s. a. 

Yo viví en las postales.

He visto una mañana
el tridente de Dios
brillando en el espejo de Manaos.

En Orán la chiquilla
calculaba mi polen, mi pez
emocionado;
bajo los puentes de París, Eriko
se cubría de flores
al besar su guitarra.

Ya conocí la catedral de Praga.
Ya del amor usé la trementina.

Ya puedo derrumbarme
entre mi propia vida:
atalaya de viento
que no fue avizorada.

Y jamás en lo inmóvol
construida.

encuesta

I

Y quién, cómo seremos
al morir,
en el instante de morir?
Seremos Kant Sajonio
con sus labios manchados de avena?
o Kierkegaard-Angustio
con su buitre de agudo terciopelo
coronándole el cráneo?

o, acaso,
sólo nosotros mismos
tonteando entre los Inkas, Lima Antigua,
Lolita very well
y tres chilcanos?

Cuando el Cruce, Silencio, Stop,
Pare el Meneo; cuando la gran
película de la memoria pase
tres millones de escenas en un mismo segundo;
a quién la preferente preferida?
a Cristo tiritando su salmodio?
a Sérvulo Guitiérrez tendido en la escalera?
al gran amor?
a la Garbo después de sus anteojos?

II

Cuántos ángeles pueden
con aliño, sin producirse
mutuas urticarias
posarse en una erguida
cabeza de alfiler?
se preguntaban los teólogos
del sagaz Medioevo,
mientras la primavera discurría
jugos y tremolinas
en su torno.



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