una de jorge teillier


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sobre Hablemos de mi mientras las hormigas se comen el sol

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  (Foto de la pág Poesía sub 25) Hay algunos pocos poetas interesados en recrear el movimiento de sus mentes, bajarse de la búsqueda de una estética para retratar la búsqueda de esa estética; ¿primeros libros que abren la idea de un nuevo apocalipsis creativo (¡!) o solo el miedo a no tener nada que decir? No tener discurso es tener discurso? J. Estiven Medina Ortiz aparece dentro de esta nueva camada de poetas con perturbaciones “interiores y abiertas”, muy propias, escribiendo desde la certeza de la no certeza, desde un cinismo desgarrado, desde la paranoide adolescente, también desde la contradicción, desde una absoluta nitidez de lo que se dice, desde un lenguaje ya nada lírico, ya nada configurado a sabores de otros lados, de un lenguaje muy globalizado, desde los miles de humanitos y humanitos que los pueblan, es decir, desde una exploración mental que no va a ningún lado se ensimisma en su propia valva. Y el grano es poetizar desde y sobre el propio sentido del ...
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Cuarentena de Juan Gonzalo Rose

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los malos poemas No los destruyas. No los eches al pozo de los cielos. Tal vez ellos retornen después que la belleza se haya ido. Cuando la soledad camine libremente de la cama hasta el patio y mi casa parezca -al ojo del infante- algún enorme erizo. Entonces, quizás entre sus líneas descubras un instante inadvertido; la palabra extraviada en domingos zoológicos; algo más verdadero que lo hermoso. Nadie sabe. Consérvalos. Cambia tu piel. También la piel del mundo. Pero el poema queda guardando su misterio. Tal vez no hay en tu cuerpo -todavía- esa única lámpara con la que puedes verlo. razón - 40 Cuán derrotadas mis hurganzas laicas, mis deseos de ser razón vidriante, mis marxismos. El mismo niño añón hoy sigo siendo a los cuarenta pares del gran toro; el mismo pequeñín arrodillado ante los presbiterios, las urracas. El mismo sacristán de los menjunjes ácimos, el que iba a Dios como a su propia casa. Para qué mis a...
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vedettes

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Amé a las vedettes que mostraban sus cuerpos apretujados como un kilo de chirimoyas los sábados a las 8 de la noche en horario estelar y dónde me sentaba mi madre y dónde se sentaron todos antes de saber lo que era el amor Vi a señores lamiendo la miel en el cuerpo de mamás agredidas por el dinero y a un esqueleto pagando dinero por aquel maltrato a la dignidad Nunca vi hablar a un escritor en la tele Lo que sí recibí fue un libro llamado Coquito donde la cara de mamón de un niño me mostraba el uso de las vocales Las primeras botellas de cerveza estaban como animales huraños en la sala de mi casa. Veo a mi abuelo ponerse la cerveza en la frente y jugar al equilibrista. La chela era el dorado cielo de los García. Todos hemos contemplado en la embriaguez un pedazo de nuestras vidas mutiladas y una dalia preciosa donde refulge el sol, avisando de la urgencia de fenecer antes de la madrugada. Todo fue chela y melancolía. Pero éramos chibolos y nos metíamos debajo d...
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