autoconfesión

El barco en el que vivimos y del cual solo algunos saldremos, ya hace rato se hace agua, para todos los que tienen un cierto sentido común. Es bueno tener gripe pero no vivir enfermo. Algo nos está diciendo la psicología con la palabra empatía. ¿En sí que entendemos por estos nuevos mecanismos con los qué nos entendemos? Este juego define lo que somos, en parte, esto de entendernos, el juego de los símbolos, y esto de reconocernos como solo algo de paso hace rato ya daño el sentido de cómo nos pensamos, para algunos, cómo ubicamos el rumbo de la vida que tenemos, el tiempo que somos, el sentido de todo lo que diariamente podemos hacer o no, vivir o no, elegir o no. Solo somos eso, un lapso de horas conscientes y otro lapso dormidos.

Así pensando las cosas, puede que la idea del estudio de la mente y la neurociencia abran paso a otro tipo de búsquedas y modos de entendernos. De alguna manera se sigue el Principio de la mediocridad. Cito a Wikipedia:
En astronomía, el principio afirma que no existe nada intrínsecamente especial acerca de laTierra y, por ende, tampoco del ser humano. En consecuencia, el principio de mediocridad predice que la vida extraterrestre debe ser relativamente común en el universo, porque las condiciones que han originado la aparición de la vida y de la inteligencia en nuestro planeta deben darse también en un gran número de otros planetas.

Siendo entonces una vida más de todos los planetas del espacio donde nos movemos.  La situación sentimental de uno cambia.  ¿Significarán algo cuánticamente las cucarachas que merodean entre las hojas de mis libros? O solo será mi proyección mental sobre un fenómeno simbólico. Y sí, por ejemplo, algo que leí hace poco, el mundo es un montón de  píxeles tendrá sentido seguir hablando del amor.

Una amiga me dice que dejamos de creer en Dios porque nos sentimos en realidad finitos. Para creer en lo increíble hay que ser increíble, ¿no creen? Así las cosas, el sentido de la empatía nos redescubre una mejor manera de llegar  a la razón de que uno es solo una célula en el tejido de los humanos, parte de la masa de todos, una especie de ser, a sí visto, debe limitarse a ser bueno, no ofender y quizás a ciertas artes clásicas que desarrollen su conciencia como ser finito e individual, indestructible y absoluto, creador y transformador.

El hecho de que ahora se recete como terapia el uso de las letras –el otro uso de la mente- hace que también, por un lado, se acepté un poco lo loco que es pensar que este mundo en realidad es una representación mental (cosa que es) y dentro de esos casos buscamos evaporarnos, limpiarnos, de lo anterior a la presencia total de la esencia en nosotros, buscamos limpiarnos: la hoja es la esponja que pasamos por el cuerpo, como un animal va absorbiendo la esencia de la carne y de su temblor, para conducirnos a un constante comienzo que es estar despierto a un estado: el estado de poder hacer avanzar mentalmente tus pensamientos y no dejar que ellos te hagan avanzar por ejemplo. Así en todo caso se puede controlar la mínima unidad en que nos movemos: el ahora.

La poesía le cantó a esto hace años. La poesía no es un fenómeno ajeno a nuestra condición de monos intelectuales. Mitad dioses, mitad bestias. Solo es un artefacto que desarrolla nuestra capacidad de evaluarnos, un lujo más de lo que consideramos nuestra belleza: la conciencia. Pero no la conciencia, sino la autoconciencia.

Enamorada de ese principio no se puede hablar de unidades en ningún sentido. Somos de esencias. Quién libera lo que alguien guarda de algún modo, sea por hobby o simplemente por deseo de salvarse.  Destapa una bebida que, siempre que sea una verdad, contagia un tipo de sustancia. No cambia el mundo, ¿cómo cambiarlo? ¿Cómo dejar de vivir de slogans? ¿Las etiquetas son necesarias?  Frente a eso, algunos se decantan por hacer una poesía más intuitiva que desvela lo que el universo es y etc; otros por cuestionar el desorden de lo que va siendo la actualidad. Todos compiten, nadie sabe mucho bien qué hacer, si viajar ayudará, o si este juego tiene que ver con uno, o con lo que vas dejando, en todo caso, es una suerte de catástrofe. Porque tampoco es que la poesía sea un arte dirigido a la masa, lista para consumir en familia; sino una burda manera de mandar todo esto al carajo y volver a recordarnos que nos vamos a chingar pronto.


Si en realidad somos lo que hacemos, como dice otro de los slogans modernos, y a manera de cuentos sobre brujas y hadas tenemos la vida del creador de Facebook como leyenda moral, o historias así de superación por decenas, como la de la bombilla número cien. Resilencia. Y acaso no es ese fuego el que ha movido a los dos mejores poetas de los últimos treinta años: Enrique Verástegui y Rodolfo Hinostroza. Con ellos se afirma que necesitamos entender más nuestra inteligencia, nuestro sentido en el mundo, con ellos los poetas peruanos accedimos a ser más arquitectos de todo lo que queramos y no solo jugar el juego. En fin, igual podría discutirse.  Nos enseñan a aguantar el mecanismo que nos mata diariamente. Una pista parecida encontré en el poeta 

Washington Delgado

 “hay que volver a medir la realidad” 

Igual esto es un caos. Converso con un amigo, de la generación del 70. En fin, pienso en los hombres que son las manos de los textos que nos rodean, en una época en que se canta al texto pero nadie realmente le para bola. Hay lectores para todo lo que se escribe ahora? No sé.

Volver a pensar las cosas, lo que antiguamente suceda, con respecto, amor, ser como nos dijeron nuestros padres: esponjas. Y aspirar a eso, a esa lucha diaria contra todo, y a ese gozo de respirar claro, o lo que pueda ser la claridad. Bien, así las cosas. 

Así las cosas debemos asumir que dentro de veinte años muchos de los que ahora son las figuras más interesantes de la poesía del país y del mundo van a fallecer. Y que los que irán quedando van a circular el sentido de qué es el gusto y no, y a dónde se va o qué es y no. Y después, nada. 

Antonio Porchia dice, creo, que se vive para ser un recuerdo. Vivo entre personas que nadie recordará. Para qué entonces preocuparse de lo que va a quedar, del juicio, o de la crítica diaria, para sumar o no más a nuestra comodidad. Una amiga que no le interesa la poesía, ni sus vertientes, y es viajera me cuenta que ahora quiere sentirse como la canción Bohemian Rhapsody: ir a dónde vaya el viento. Bob Dylan acaba de ganar el nobel. Leo lo siguiente:
"Puede parecer así, pero si miramos para atrás, bien atrás, uno descubre a (los poetas griegos) Homero y Safo, que escribieron textos poéticos o piezas que estaban hechas para ser escuchadas, representadas, a veces acompañadas con música. Y aún hoy leemos a Homero y a Safo y los disfrutamos."
"Es lo mismo con Bob Dylan: puede ser leído y debe ser leído".
( http://www.bbc.com/mundo/noticias-37644277?ocid=socialflow_facebook )

Y también:

Desde 1997, los vientos soplan a su favor. Ese año, sufrió una pericarditis que estuvo a punto de reunirle "con Elvis". Fue un mazazo entre sus seguidores, que le creían poco menos que indestructible. Desde entonces, sus excentricidades parecen más tolerables. ¿Que tocó para Juan Pablo II? “¡Le sacó una pasta al Vaticano!”. ¿Que se detectan abundantes plagios en canciones o escritos?. “Está recuperando a autores olvidados”. ¿Que hace publicidad para lencería, bancos o automóviles? “Se burla del comercialismo de nuestra era”. El espaldarazo recibido desde Estocolmo confirma que hasta el establishmentliterario se ha rendido a sus idiosincrasias. Es el reconocimiento definitivo a una vida tan intensa como creativa.
(  http://cultura.elpais.com/cultura/2016/10/13/actualidad/1476381455_398709.html )

Por un lado, se afirma que la creatividad es en realidad la que gana, les dice a los jóvenes, de nuestra época, hagan lo que quieran, no vayan a trabajar tanto en hacer una casa, un hogar estable, un familia, tener hijos educados. Y por otro lado que es esto. Acaso no es Martín Adán uno de nuestros más grandes vates quién reconoce que no cree en "la casa de dos pisos ni en el panquequé con miel"  Por otro, todos tienen toda la información del mundo, y una sola vida, y la conciencia de no ser nada en esa vida, y el sentido de querer ser algo, y la certeza de que se da dentro de un espacio gaseoso, volátil como ahora lo llaman, esta casa, esta otra casa que son nuestro modo de entender la realidad, movernos, asumir el hecho de ganarse el pan, y vivir de algún modo digno.

Salvo esas vicisitudes, sumadas a las que naturalmente tiene alguien que nació en el Perú, traumas de todo tipo, por familias disfuncionales. Y esta ecuación dentro de un arte que nos permite a los pobres soñar con atravesar por primera vez las puertas de lo que en el futuro tal vez sea una realidad diaria: cambiar de escenarios interiores, entrar a total virtualidad. Yo personalmente no sé cuántas horas paso en el internet, considero que soy un adicto a la información...
Por otro lado, lejos de la intemperie sigue el mismo desorden y armonía. Cernuda la llamó realidad y deseo. El internet se parece a los sueños. CON QUÉ CONCIENCIA estamos en el internet, qué ahora ocupa el internet en cada uno de nosotros, de qué modo nos re dirige a evaluar las cosas y a pensarnos como antes. Y, dime, tú, realmente tú... quién eres? 

LA NUEVA BELLEZA ES UN PROBLEMA COLECTIVO (si?)

Comentarios

Entradas populares de este blog

Oscar Málaga y La salvaje melodía del viento y del aire y etc

POEMA de la EMPATÍA

ME VALE VERGA