13-10-16




Hoy un niño, de uno de los salones donde trabajo me sorprendió con una acción simple y contundente: cuando le pasé una hoja para que resolviera sus ejercicios de mate lo primero que hizo fue llevárselo a la nariz y aspirar.  Después, conversando con mi hermana Galilea le dije que un poeta y cantante llamado Bob Dylan ganó el nobel y ella me dijo Y eso a mí que me importa? Su soltura y sinceridad me asesinó. Como sabemos los niños están locos, y si algo aprendemos diariamente de ellos es a volver  a ese estado pleno y tan fluido e inexorable que es el ahora. Por eso les duele todo, les duele por ejemplo, mucho, perder un juego, ya que -me parece- en ese juego se les va la vida. Mientras regreso a casa de trabajo junto a mi hermana -y arriba las nubes inmensas y diferentes me hablan de que soy una hormiga soñadora- pienso en sus innumerables problemas, cómo los está viviendo, y la forma en qué de seguro se plantea las cosas es muy diferente a cómo yo las vivo. Vamos a recordar este ahora diferente. 

En una época esas diferencias entre lo que cada uno ve y siente me llevaron a pensar que, a lo mejor, el vínculo entre uno y otro era muy difícil de cerrar.  Y, sin embargo, después de acumular papelitos e ir buscando una salida del laberinto (asunto en el que nunca se termina) no llegué a ninguna conclusión, es cierto, sino creo que, a lo mejor, todo nos une a los demás. Porque no hay salida, salvo ir reinventando las posibilidades del amor para estar más plenos, más holgados y ricos con el otro. (Igual últimamente voy de un lado a otro, y siento que todo es como agua que después limpio con el parabrisas de mis ojos) 

Y en esos rubros creo que la ciencia nos lleva a lo infinito, a los rincones que no conocemos de lo que somos, y de lo que significamos en nuestro paso por la tierra, las grandes verdades; y la poesía, en otro lado de la canción, nos regresa al espacio que habitamos, a lo finito e inmediato, y ahí radica su belleza y urgencia (estar enamorado de la vida, perseguir cualquier tipo de asombro constante, atiborrarse diariamente de sonidos y olores con los que nombrar el mundo). La poesía está en el pan, en las cosas simples, como en este puñado de palabras que nada dicen y nada temen.

Mañana de hecho que voy a pensar diferente, igual anoto estas circunstancias, mientras me repliego en las paredes rosadas de mi cuarto, miro la pizarra en blanco, y te recuerdo, siempre te recuerdo, aunque sea inevitable y entre tanto, miles de asuntos tomen direcciones inciertas en mí. 

Hoy también estuve silabeando mentalmente un poema, uno de un amigo que quiero y respeto, y que habla de cómo se extraña cuando se extraña. Y te extraño, es complicado explicármelo, porque igual no lo vas a entender, no de la forma tibia que quisiera que lo entiendas. Y te extraño como cuando tenía 17 años y todo era pura vida, y las canciones caminos para volver a encontrarnos. Sin el sabor de las pastillas aplastadas en las cucharas de aluminio, ni los días de penas o glorias, y sin el sabor del último invierno deshilachándose en las ventanas, simplemente, por eso, dejo como píe de página a todos mis actos desde que me desperté hasta las 9 y 39 p.m. en que verso esta prosa que te extraño. Y como igual las palabras se agotan, o se alargan, depende del caso de nuestro rubro, te dejo está canción:

https://www.youtube.com/watch?v=zWeuT5HOy2A

Tiene cosas muy bonitas que yo no puedo explicar. Habla de lo que yo quisiera hablar y cantarte, ahorita, por ejemplo, debajo de tu ventana y que tu mamá se moleste, y que los perros ladren. Habla de como los peces extrañan el mar, y como así uno también extraña.  Hoy, mientras veía por la ventana de mi trabajo las rieles del tren y los montículos de arena, y atrás los cerros grandes, pensaba en qué formas nuevas se han pegado a tu vieja identidad, porque, de seguro, has ido recableado tu rostro, pero no creo que se haya borrado la sonrisa de tu alma.


En fin, pasaba un rato por aquí, para informarte las gotas de palabras que cruzan mis dedos, estos puños, con los que también te envío muchos buenos deseos para ti. Sabes, no dejo de pensar que volveremos a encontrarnos y será hermoso. Un abrazo, ya sabes, si me necesitas llámame.

Te paso otro dato de mi corazón:
creo que los mejores años de la vida recién empiezan. 


Posdata: adjunto la imagen de mi Musa -loquita y caderona ella como tú- de reemplazo, mientras hago ejercicios, pienso y siento demasiado.  
A veces creo que solo escribimos para encontrar nuestro rostro, que después olvidamos, y volvemos a re-encontrarse, o encontrarnos. 

Por ahora, adiós.

Comentarios

Entradas populares de este blog

Oscar Málaga y La salvaje melodía del viento y del aire y etc

POEMA de la EMPATÍA

ME VALE VERGA