POEMA de la EMPATÍA




POEMA
de la
EMPATÍA

El poema es una coyuntura, un estado mental, una forma de estar vivo.
No es queja, es belleza. La belleza es verdad, y si es verdad, es razón, y si es razón, mueve las moléculas del cuerpo lejos de las asimetrías.
Y mentalmente uno danza, baila, encrespa sus latidos y se expandeeeeeeeeeeeeee…
Y mentalmente uno se pregunta, se bifurca, se arbórea, se poetiza, se piensa a sí mismo, se hace eternamente.
Y en esta danza, tu yo nosotros estamos.
El poema es una coyuntura, es un  encuentro, es para nadie y es para todos, ¿cuál es la orilla donde empieza y termina?
Es una yugular abierta: no se puede detener.
Por eso EL POEMA DE LA EMPATÍA se propone crear un vivero de palabras, una aldea de rostros y ventanas, donde los sentidos vayan más lejos del sentido común, porque me parece que vivimos encerrados en horizontes chatos, y la vida sigue siendo bella.
Y el presente absolutamente inmenso. Tenemos tanto presente como materia y antimateria hay en la galaxia más allá del cinturón de Kuiper.
Entender que la vida es bella no es sentimentalismo es ampliar nuestra propia condición de mamíferos que maman y se peinan y se ordenan frente a otros y se sienten y piensan en relación a otros. Sentirse “bien”, esta condición, no es dictadura de sentidos, es un derecho.
Nos hacemos frente al otro, la conversación genera realidad.
Dejando de lado los oficios de la inmortalidad, y sin embargo socavando en la sabia de los inmortales, creo que el arte es el cordón umbilical de todos y todas: nos arroja a una realidad más palpitante –con esto no me refiero al éxtasis perpetuo, pero quizás, una calma, a eso que Spinetta llamó LA SED VERDADERA (porque la paz si no está en vos, en mi nunca la encontraras)- y me parece que todos ahora necesitamos un gozo más espiritual, necesitamos abrazarnos al Uno, entender la plenitud en el pan con palta y sal que mordemos en el desayuno, abrir esa ventana, es el oficio de la poesía de la EMPATÍA.
El futuro es religioso, pero religioso e individual, y la poesía es religión, aunque no participa en rituales y se enfrenta, por eso, a todo poder.
La realidad desnuda es el poema.  
El futuro es religión.
La neurociencia anticipa la desnudez del uno.
Crear puentes de tensión, de diálogo, de autoaprendizaje.
Un poema de la EMPATÍA es efectivo si germina en otro, si el otro puede abrirlo como un caramelo y lo chupa durante el día, la tarde y, si es posible, la noche.
Quién  crea que la poesía carece de sentidos, que baje o suba el rostro y observe la publicidad: ¿acaso no son esos mensajes que sirven para vender formas poéticas? Por ejemplo, frente a mi casa, ofrecen whisky Something Special con un mensaje claramente poético “Hoy es el día. Hazlo especial”
La idea es venderte alcohol, pero el poema de la EMPATÍA se propone extender esos conceptos para emanciparnos.
Y en el futuro ser un árbol de contradicciones, un penacho de luz danzando a la orilla de los ojos.
El poema de la Empatía  no genera respuestas, ni tampoco es una vanguardia para escuelear a los muchachos, es elevar la conversación a su verdadero grado y dejarnos de huevadas: puente, vehículo, escucha, sentidos abiertos.
Es, claro, saborear otro yo para saborearte. Es detenernos y abrirnos, es un sabotaje al individualismo, es comprendernos en el otro, es tirar la carcaza del lenguaje aprendido y volver a las cosas mismas.
El poema de la empatía no es ni bueno malo ni es bueno –estas jerarquías dejémoslas a los críticos, que ellos sean los que pongan notas a las estrellas que sentimos, a la música que ondula como penacho de una cimera en nuestra alma- descree de los devaneos intelectuales y de las carcazas de los géneros. Se siente más cómodo explicándose en lenguaje abierto, comunicador y directo.
Personalmente soy consecuencia, creo, o al menos ahora, puedo explicar que vengo de una sociedad donde señalamos al diferente. Yo veo y siento la realidad en forma de poema, siento, como, almuerzo, etcétera. Y siento nuestro país como Ribeyro en uno de sus diarios: “somos en el fondo demasiado tímidos, tememos al ridículo de una manera enfermiza, nuestro gesto por la perfección nos conduce a la inactividad, nos fuerza a refugiarnos en la soledad y en la sátira” Y aunque esto pueda sonar a murmullo de colmena demente, voy a extender esta frescura sobre vuestros corazones, hermanitos y hermanitas.
Abro cita a Enrique Peña: Toda mi vida no ha sido hasta ahora sino esto: tránsito y afán de ver. Y de asombrarme”
El poema de la empatía se propone un ataque justamente contra eso que, a falta de razones,  llamamos vida. Nosotros vamos a donde va nuestro asombro.
Y aquí vamos. 


Julio Barco, diciembre del 2015

Comentarios

Entradas populares de este blog

Oscar Málaga y La salvaje melodía del viento y del aire y etc

el siguiente verso que escribes para ti y tus semejantes