Para ángeles y gorriones


Hay poetas que leemos en silencio y con los que, al final, terminamos sintiendo una especie de complicidad. Nos nace nuestro lado niño, egoísta, cursi y nos identificamos al punto de pensar que nadie más lo debe conocer, porque es nuestro poeta. Y si lo leemos pertenecemos a ese club furtivo de sus seguidores. Es nuestro. Nuestro. Es raro en realidad que algo sea nuestro. Hoy que todo está hecho para  un banquete jugoso y rápido parece que solo queda el camino de ir desechando. Incluso, dentro de la vanguardia de la psicología, se abren los caminos orientales que nos invitan, como dice la canción de Queen, ir allá dónde el viento sople.


El viento, aquella palabra. Sopla, va y viene. Su presencia solo es atendida por los niños demasiado expuestos a permanecer dentro de las casas, muy protegidos, y cuando salen los sacude aquel animal invisible y extraño. Todo esto para terminar hablando de ti: Jorge Teillier. Cuando supe de tu presencia entre nosotros fue gracias unos poemas  de una pagina web. Si lo que al inicio me sorprendió fue su facilidad para conectar conmigo, después también me pareció bacán su sinceridad, ese no darse ningún "auto tono". Contarnos las cosas como quién conversa o murmura sus secretos. De la realidad a la hoja, como de la chacra a la mesa. Pasaron los días y aumentó la ansiedad por seguir consumiéndolo, respirandolo, habitándolo ( Y sí, envés de Pokemon Go con realidad aumentada  hacemos Poetas Go, de realidad aumentada, dónde por medio de un programa podamos ser nuestro poetas favoritos)

En mi caso la poesía se da por ansiedad (a veces, da por un manjar de románticos, otros por vanguardistas, otros por contemporáneos) me sucede igual en las comidas y en el sexo. En fin, seguí navegando en los poemas, como pequeños manifiestos personales, de Jorge. Supe que se autoproclamó (aunque autoproclamarse suena demasiado rimbombante) un poeta de los lares. Entiendo el lar como los extramuros de la ciudad, el paisaje del campo y la utopía del campo, de habitar el campo, los amigos, y amigas, la vida bucólica. Por eso, se lo consideró defensor de un "mito". Hay en internet una super entrevista que le hacen en La bella de pensar donde podemos gozar de su personalidad enduendada. Es en uno de sus comentarios donde sugiere una visión "soy alguien con nostalgia de futuro" Ese no poder vivir como realidad total su búsqueda de la belleza no solo en el papel sino en la vida parece que sumergió a Jorge en la ruta del alcohol. 

Jorge es amigo de un poeta peruano que aún está vivo llamado Juan Cristobál. A veces me da ganas de preguntarle por Jorge vía imbox (me enteré de que existe una correspondencia entre ambos) y me da vergüenza. No, para mí Jorge sigue siendo solo mi pata, un amigo nuevo en el barrio, con quién a veces debo medirme para ver cómo me encuentro y qué pasos debo dar, o no dar. Es, en sí, también, las noches de Seremsa caminando mirando las calles bajo la luz ámbar, el silencio y el frío de los columpios.  Esos días de tomar solo, de caminar, de no saber, de no estar tan conectado a las redes, de poder escucharme todo el tiempo.  Hay confesiones sencillas que escarapelan por la limpieza y pureza de su mensaje y cuando adquieren la forma de verso son una estaca/el saxo más intenso del día: "respiramos y dejamos de respirar".  Okey, analiza eso, lentamente.

En tiempos donde (como siempre) se habla más del futuro y se niega el presente -el presente vital, el único que tenemos, feo o bonito, jodido o gracioso, lo que sea, pero único- Jorge parece invitarnos a otro tipo de paisajes, otro tipo de ocios, otro tipo de posibilidades, pero no todos estamos invitados a participar porque, en sus palabras, explicaba que escribía para los hermanos que afrontan la borrachera, para la niña que nadie sacó a bailar, para los ángeles y gorriones. 


DESPEDIDA



...el caso no ofrece
ningún adorno para la diadema de las Musas.
Ezra Pound



Me despido de mi mano
que pudo mostrar el paso del rayo
o la quietud de las piedras
bajo las nieves de antaño.

Para que vuelvan a ser bosques y arenas
me despido del papel blanco y de la tinta azul
de donde surgían los ríos perezosos,
cerdos en las calles, molinos vacíos.

Me despido de los amigos
en quienes más he confiado:
los conejos y las polillas,
las nubes harapientas del verano,
mi sombra que solía hablarme en voz baja.

Me despido de las Virtudes y de las Gracias del planeta:
Los fracasados, las cajas de música,
los murciélagos que al atardecer se deshojan
de los bosques de casas de madera.

Me despido de los amigos silenciosos
a los que sólo les importa saber
dónde se puede beber algo de vino,
y para los cuales todos los días
no son sino un pretexto
para entonar canciones pasadas de moda.

Me despido de una muchacha
que sin preguntarme si la amaba o no la amaba
caminó conmigo y se acostó conmigo
cualquiera tarde de esas que se llenan
de humaredas de hojas quemándose en las acequias.
Me despido de una muchacha
cuyo rostro suelo ver en sueños
iluminado por la triste mirada
de trenes que parten bajo la lluvia.

Me despido de la memoria
y me despido de la nostalgia
-la sal y el agua
de mis días sin objeto -

y me despido de estos poemas:
palabras, palabras -un poco de aire
movido por los labios- palabras
para ocultar quizás lo único verdadero:
que respiramos y dejamos de respirar.



Comentarios

Entradas populares de este blog

Oscar Málaga y La salvaje melodía del viento y del aire y etc

POEMA de la EMPATÍA

ME VALE VERGA